segunda-feira, agosto 18, 2003

¡Decí, por Dios, que me has dao,
que estoy tan cambiao!...
¡No sé más quién soy!...
(...)
No me has dejado ni el pucho en la oreja
de aquel pasao malevo y feroz.
Ya no me falta pa completar
más que ir a misa e hincarme a rezar.

Hay que quitarse el sombrero
frente a la realidad

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